La crisis hídrica del Valle de México ya no es un escenario futuro, es una realidad diaria donde el Sistema Cutzamala opera bajo presión, los acuíferos se encuentran sobreexplotados y miles de familias dependen del tandeo para el suministro del vital líquido, mientras volúmenes masivos de lluvia terminan en el drenaje después de provocar inundaciones urbanas. Solo en una temporada se registran cientos de millones de metros cúbicos de agua pluvial desaprovechada, que podría ser suficiente para aliviar parte del déficit actual si se gestionara con visión técnica y de largo plazo.


Ante este contexto, la reinyección controlada de agua pluvial al acuífero surge como pieza clave de una estrategia moderna de seguridad hídrica. El enfoque consiste en captar las lluvias en embalses, vasos reguladores y sistemas urbanos de captación; someterlas a tratamientos avanzados que remuevan sólidos, patógenos, microcontaminantes y compuestos emergentes; para finalmente infiltrarlas de manera planificada en zonas con balance hidrogeológico favorable. No se trata de descargar agua “cruda” al subsuelo, sino de ejecutar proyectos con múltiples barreras de protección, monitoreo continuo y trazabilidad, donde cada metro cúbico recargado agregue resiliencia en lugar de riesgo.


Este modelo se complementa con el reúso potable indirecto: elevar el tratamiento de aguas residuales urbanas hasta niveles de agua regenerada, conducirlas a presas o cuerpos reguladores y volver a potabilizarlas antes de su entrega a la red. Es una práctica consolidada a nivel internacional y particularmente relevante en México, donde la regulación aún limita el reúso potable directo, pero abre espacio para esquemas indirectos robustos. Aplicado al Valle de México, este portafolio permitiría depender menos de trasvases lejanos, reducir el estrés sobre fuentes superficiales y subterráneas y cerrar el ciclo urbano del agua en clave de economía circular.


La oportunidad estratégica está en articular captura de lluvia, recarga artificial, reúso avanzado, reducción de fugas, sectorización, control de presiones, telemetría y cultura de eficiencia bajo una misma lógica: tratar el agua como infraestructura crítica y no como un recurso desechable. Esto exige planeación metropolitana, marcos normativos claros, evaluación ambiental rigurosa y transparencia hacia la ciudadanía para construir aceptación informada. Cada proyecto de reinyección o reúso debe demostrar, con datos públicos y auditorías técnicas, que la calidad del agua cumple o supera los estándares vigentes a lo largo de toda la cadena.


ASIM se posiciona como un soporte técnico de confianza para llevar esta visión del discurso a la implementación. Su experiencia en diseño y operación de plantas de tratamiento avanzadas, sistemas de monitoreo en tiempo real, gestión integral de servicios y evaluación de riesgos permite estructurar soluciones llave en mano para recarga de acuíferos y reúso indirecto potable, adaptadas a la realidad regulatoria mexicana. Más allá del equipamiento, ASIM aporta metodologías para definir sitios de infiltración, validar la calidad del agua, instrumentar pozos de observación, integrar SIG y SCADA y establecer KPIs de desempeño hídrico, energético y sanitario. El resultado: proyectos que convierten las lluvias extremas y los efluentes urbanos en reservas estratégicas, fortaleciendo la seguridad hídrica, reduciendo huellas ambientales y ofreciendo a las ciudades una ruta tangible para garantizar agua en el largo plazo.